UN AÑO DE BENDICIONES

UN AÑO DE BENDICIONES
PARA TODOS

martes, 21 de febrero de 2012

Chick- Mujtá


El ejercicio de este mes para Adictos a la escritura nos retó a hacer nuestro propio cupido.
Yo he querido desarrollar el tema de mis queridos paisanos, los indios lacandones.
Ellos habitan en la selva, al noreste de Chiapas, México.
Su religión procede del antiguo culto maya.
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Najá se paseaba nerviosa de un lado a otro de su choza. Como nunca antes se apresuró a hacer la alta pila de tortillas con que se alimentaría su familia. Puso a cocer los frijoles, cocinó una cazuela de arroz y sacó agua del pozo para llenar la gran jarra de barro .
Ahora, con creciente ansiedad, barría el piso de tierra con una escoba de varas y correteaba a las gallinas, para que no hubiese ninguna cuando su familia llegara de la siembra.
Ella hubiese preferido ir a sembrar, pensaba que el trabajo del campo la distraía y que las horas pasaban con más rapidez con el trabajo duro.

Por fin vio venir a sus padres y sus hermanos e inmediatamente comenzó a servir los frijoles junto con el arroz, en platos de barro rústico.
Bendecía el silencio con que comía su familia, ya que los Achwink (verdaderos hombres), como se llamaba su tribu, eran callados y sólo hablaban cuando era necesario.
Así los vio tomar las tortillas, que les servían de cucharas y dar buena cuenta de la comida
Ella casi no comió, esperaba el eructo de su padre ( educada señal de satisfacción) para retirar los platos.
Esa tarde le tocaba lavar la rústica vajilla a Jova, su hermana menor.
Jova era dos años más joven que ella y a sus 12 años, todavía no la visitaba Kisim (esa diosa loca que por tres o cuatro días pintaba a las mujeres de rojo, para burlarse de los dioses). Sabía que secretamente Jova la envidiaba, porque Najá ya había recibido a Kisim, desde hacía un año.

Jacinta, la madre, entregó a Najá el tompiate (recipiente hecho de palma) lleno de ropa sucia y con una seña la mandó a lavar al río.
Por lo general este menester se llevaba a cabo por la mañana, pero como casi toda la familia tomaba parte en la siembra, muchas de las labores domésticas se dejaban para más tarde.
Ese era el momento que ella había esperado todo el día. Se llevó el tompiate a la cabeza y con paso apresurado se dirigió al río.
Una vez ahí puso la ropa sucia a un lado y sacó una piragua (pequeña balsa echa con el tronco de un árbol) de entre los matorrales, la echó al agua, subió ágilmente y comenzó a remar.
La superficie del río Lacanjá parecía un largo trazo de seda, a su alderredor los gritos de las guacamayas y los loros rompían el silencio mientras Najá partía con sus remos las tranquilas aguas. Se alzaban del suelo las matas vigorosas de maíz, protegidas por varas espinudas, para evitar las incursiones de los jabalíes y los tapires. El clima era húmedo y tibio.

A lo lejos divisó su objetivo y remó con más fuerza.
Cuando llegó a la orilla, se dejó oír la voz de una mujer:
- Llegates tarde -, dijo en tono de reproche. Estaba sucia y despeinada y en su boca, carente de dientes, había anidado la amargura.
La chica no contestó, solamente bajó la cabeza y se apresuró a besar la insalubre mano de Nachak' in, la bruja. De entre su blusa, sacó un atado que entregó con gran respeto.
-¿Que queres, pa´qué mi llamates?-, dijo la bruja, mientras abría el envoltorio que le entregaraNajá .
- Pos... dicen que su mercé sabe hacer dioses muy guenos, yo quero un Chick- Mujtá (dios personal, qué, según la creencia, ayuda a hacer favores a quienes los poseen )
- Umhh, ti namorates, ¿verdá?- preguntó, por preguntar, pues ya sabía que llevaba a Najá por esos lares. No era la primera que usaban sus servicios para ayudar a los enamorados a conseguir el amor de algún huidizo.
-¿Y a quen queres qui llame tu Chick- Mujtá?-
La chiquilla se llenó de colores y tardó un buen rato en responder.
-Pos... a Kai-Lan-, contestó en voz apenas audible.
- ¡Pos qui tú!, a ese lo tapó di ojos Hachakyum.
Ese dios sacó los ojos di los hombres, los tostó en el comal y cuando stuvieron fríos si los puso otra vez y ya no pudieron ver, más qui lo di cercas. Pero Kai -Lan no ve ni lo di cercas - Movió la cabeza de un lado a otro, como lamentando la suerte de Najá. - ¡Probe de ti, cómo ti juites a fijar en él!..
Gueno, ¡ahi ti haiga!, yo ti hago tu Chick- Mujtá, pero mi trais una arroba de máiz , aparte distos colgijes (pendientes), si queres quil dios li abra los ojos al tarantado ese-, mientras decía todo eso, sopesaba entre sus mugrosas uñas los pendientes que le ofrecía Nijá a cambio de su brujería.
Salieron a la orilla del río a recolectar el barro suficiente para hacer el dios.
En sendas cazuelas llevaron la tierra mezclada con agua, que se hizo dúctil bajo las manos deNachak' in.
Najá contempló emocionada como, poco a poco, aparecía su Chick -Mujtá.
Era un cuadrúpedo fabuloso: hocico de nauyaca, cuerpo de tapir y cauda enorme y airosa de quetzal.
La bruja contempla orgullosa su creación y mira de reojo a la muchacha.
- Tenes que llivarlo al gran altar dil tapanco di los dioses. No ti dijarán entrar, is sólo pa los sacerdotes prencepales y los hombres, tú sabrás como intras-
Najá trató de tomar el dios para hacer lo que decía la bruja, pero ella la detuvo poniendo una mano frente al Chick -Mujtá.
- Pero hoy no ti lo puedes llivar, tenes que isperar a quisté seco
- ¿Tonces cuando vengo?-
- Pos dientro de dos soles, pero trais mi arroba de máiz.

A Najá se le hizo terriblemente largo el tiempo que faltaba para ir por su dios. Ese dios que le ayudaría a ganarse la atención de Kai-Lan, el chico que le robara el sueño desde hacía algún tiempo, cuando lo vio en la siembra.
Algunas veces él iba a trabajar en otras parcelas y ella lo vio trabajando para el dueño de la parcela que estaba junto a la de su padre.
Por varios días pudo contemplar su recia espalda curtida por el sol y su sonrisa de blancos y fuertes dientes. Cualidades suficientes para hacer latir su corazón con más rapidez.
Lo malo fue que él permaneció ajeno a la admiración que despertaba en la chiquilla y ni una sola vez había volteado a ver aquellos ojos llenos de chispas amorosas.
"Pero con il Chick-Mujtá, ¡mi quere, porque mi quere!", pensó Najá.

El día tan anhelado llegó y la muchacha volvió a subir a su piragua y a remar con destreza, hasta llegar al sitio donde vivía Nachak' in.
Llevaba la arroba de maíz que le había pedido y casi corrió hasta la choza.
Al llegar a la puerta, que por lo general siempre estaba abierta, preguntó tímidamente:
-¿ Puedo pasar, su mercé?-, sólo el silencio le contestó. Esperó un momento y luego aventuró un paso dentro de la choza.
- Nachak' in, ya vine por mi Chick-Mujtá.
Najá vio su dios sentado en un rincón, le pareció más hermoso que nunca y en su rostro se distendió una sonrisa.
En ese momento pensó en qué, sino estaba la bruja, tomaría lo que era suyo y dejaría el maíz a cambio, pues era bastante tarde y tenía que regresar pronto a su casa.Sabía que podría recibir una gran reprimenda, como la de la vez pasada, que se había entretenido más tiempo por ayudar a Nachak' in a hacer el dios.
Determinada a irse lo más pronto posible, caminó con decisión hacia su Chick-Mujtá, lo tomó entre sus brazos y al dar la vuelta para salir la vio.
Ahí, en el piso, junto a al petate que le servía de cama, en una grotesca pose y junto a un gran charco de sangre, estaba Nachk' in, completamente inmóvil.
Najá dio un grito y se paralizó frente al terrible espectáculo. Cuando recobró la movilidad, apretó al dios contra su pecho y salió corriendo de aquel lugar, dejando tirada la arroba de maíz.
Sin voltear siquiera enfiló hacia su hogar, remaba con furia, como si la persiguieran.

Cuando llegó, su rostro estaba cubierto de sudor y el corazón le latía apresurado.
Escondió la piragua junto con su Chick-Mujtá lo mejor que pudo y ni siquiera se atrevió a volver a buscarlo.
En su mente persistía la escena que contemplara en la choza de la bruja y por muchos días soñó que llegaba Nach'in a amenazarla con un cuchillo.

-Incontraron a Nack' in dijunta, dicin que jue el nahual quen la mató-, dijo la madre de Najá, dos día después de que la chica la encontrara muerta .
Muchos de los hombres de la aldea corrieron a la choza de los dioses para pedir protección contra los "malos espíritus de Nack´in ", que en venganza podrían lanzarles maleficios.
Como medida de precaución todos en el pueblo se habían pintado las caras de negro, para no ser reconocidos por las huestes malignas de la bruja.

Pero en Najá pudo más la atracción que ejercía sobre ella Kai-Lan.
Una vez superado el trauma de haberse encontrado cara a cara con la muerte, se impuso su naturaleza de muchacha joven y en edad casadera.
En su tribu, las mujeres se casaban muy jóvenes, cuando apenas habían alcanzado la pubertad. Su propia madre se había casado a los 13 años y a la edad de Najá, ya había tenido a su primer hijo.

Aquella noche, mientras todos dormían, se deslizó lentamente de su cama, tratando de ser tan silenciosa como una serpiente.
Cuando alcanzó la calle, corrió ligera hasta la orilla del río, sacó de su piragua al Chick- Mujtá y caminó rápidamente rumbo a la choza de los dioses. Cuando estuvo cerca, volteo en todas direcciones, todo estaba en calma.
Ella sabía que todos consideraban una blasfemia que una mujer profanara el templo cuyo suelo sólo podía ser pisado por hombres, así que su intrepidez llevaba mucho riesgo.
Aún así, mientras su corazón latía frenético, entró al recinto. Era una choza mucho más grande que las del resto de la aldea, el piso de tierra había sido apisonado y lucía limpio, parecía que nadie lo hubiese pisado.
En el centro del templo-choza, se encontraban, formando un semicírculo, una buena cantidad de dioses de las mas diversas formas, qué, alumbrados por veladoras, daban un aspecto un tanto irreal. Los creyentes les habían ofrendado flores, frutos y, en pequeñas cazuelas, granos de frijol y maíz.
Najá contempló de cerca a su dios, su proximidad le infundió valor y, hablándole en el viejo idioma lacandón ( ese que ya no usaban, pues lo habían cambiado por el "castilla" (castellano), le pidió que Kai-lan la viera, la amara y se convirtiera en el padre de sus futuros hijos.
Luego avanzó decidida hacia el altar. Cuando estaba a punto de colocar su Chick- Mujtá al lado de los otros dioses, escuchó ruido de pasos, asustada abrazó a su dios y corrió con todas sus fuerzas. Con tan mala suerte, que apenas saliendo de la choza, tropezó con una piedra y cayó cuan larga era soltando su Chick- Mujtá , que se hizo añicos al caer. Sólo su larga cola de quetzal había quedado intacta.
Así, tirada en el piso, sus ojos se comenzaron a llenar de lágrimas, al comprender que no sólo había sido descubierta entrando al lugar prohibido, sino que su querido Chick-Mujtá estaba inservible y ya no podría pedirle a la bruja que le hiciera otro, pues estaba muerta. No era posible que le sucedieran tantos infortunios.

-¿Ti dolió?-, dijo una voz a su lado.
¡No podía creerlo!, ahí, junto a ella se encontraba Kai- Lan ayudándola a levantarse.
-No mi pasó nada- dijo poniéndose de pie y espantando las lágrimas de su cara, mientras sacudía la tierra de su blanco vestido.
- ¿Cómo ti llamas?, dijo el chico, tratando de adivinar el rostro cubierto de tierra y con los surcos que le habían dejado las lágrimas.
- Najá, mi tata si llama don Lucio-, ella, a pesar de la pintura negra de su rostro, tuvo la certeza de que era por quién había hecho tantos malabares.
-Tuvites suerte di que yo juera el que cuidaba a los dioses, no voy a dicir que tú intrates-, y sonrió, su nívea dentadura se hizo más resplandeciente con el marco oscuro de su tez.
Esta vez el corazón de Najá se aceleró por otro motivo, sabía que su dios había abierto los ojos del "tarantado" aquel.
¡Gracias Chik-Mujtá! ¡Mi quere, porqui mi quere!"

DK