UN AÑO DE BENDICIONES

UN AÑO DE BENDICIONES
PARA TODOS

sábado, 5 de junio de 2010

Esperándote


Nada he cambiado,
todo está como tú lo dejaste,
bueno.....solamente las flores
que pongo cada mañana,
para que sepas que te sigo amando.
__________________________
Nada he cambiado,
aún siguen cantando
los pájaros en la ventana
con los mismos chiflidos
con que tú los imitabas,
¿te acuerdas de tus silbos,
esos sonidos alegres
que me sabían a mañanas?
___________________
Nada he cambiado,
aún la colcha de parches,
esa que tu hiciste
con pequeños trozos
de nuestra historia,
sigue en la cama.
____________
Nada he cambiado,
la mesa tiene como siempre
dos platos, dos vasos
y cuatro cubiertos
para que no falte tu sitio,
pues estoy seguro
que cualquiera de estos días,
cuando levante la vista,
tú estarás a mi lado.
Doña Ku

12 comentarios:

  1. hermoso poema a la persona que siempre estara a nuestro lado aunque ya no este
    solo asi hacemos, que este haciendolo presente.
    con mi mas sincero respeto entro a su casa y estoy a sus pies en sus letras y vivencias.

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  2. Gracias Aramis, Bienvenido a mi casa.
    Es verdad, he visto que las parejas que comparten su vida por muchos años, se complementan tanto, que quién se queda solo por el fallecimiento de su esposo o esposa, se siente incompleto.
    Aunque hoy en día es dificl que no se disuelvan los matrimonios, es hermoso que perdure el amor.
    Cariñosamente Doña Ku

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  3. !Que poema más tierno y romántico a un amor tan profundo que es atemporal y que continua vivo a pesar de que ya falte uno de la pareja!, a mí me conmueve ese amor, francamente... !que bonito!, !qué maravilla!

    Un besote, la mar de gordísimo

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  4. apm: Encontrate en mi blog siempre me alienta y me hace feliz, gracias mi amiga.
    Con mucho cariño: Doña Ku

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  5. Este Peatón se asomó al portal de tu casa, y se animó a entrar por la frescura del ambiente y la calidez de su anfitriona. Heme aquí Doña Ku. Bríndame una galletita.

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  6. Desde luego que te ofrezco, no solo una galletita, sino una rica rebanada del pastel de elote que hice esta mañana.
    Ya sabes que puedes visitarme cuando quieras, eres BIENVENIDO a mi casa.
    Con mi cariño: Doña Ku

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  7. Doña Ku. ¡Que delicia!. Te advierto que soy muy comelón, pero primero me tendrás que explicar qué es un elote (perdona mi ignorancia, pero en esta torre de Babel latinoamericana a veces no nos entendemos. Y de paso, enseñarme cómo se prepara.

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  8. Mi queridísima Doña Ku: Siguiendo tus instrucciones visité la página de la UNAM, y disfruté muchísimo del libro de Stevenson que me regalaste (me encanta Stevenson). Pero es que además me regalaste toda una biblioteca. También escuché, en la voz del autor, el Nuevo Catecismo para Indios Remisos de Monsiváis (que acabo de leer). Mujer, estás hecha para dar. Muchísimas gracias.
    Te cuento que yo había escrito hace algunos años un par de textos sobre la reivindicación del caminante, los cuales, si bién están publicados en mi blog, quiero transcribirlos para compartirlos contigo. Ahí van en las siguientes entradas:

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  9. ELOGIO DEL PEATÓN
    El peatón es un corazón con patas. Y lo de corazón se dice en sus dos acepciones: fisiológica y lírica; esto es, músculo cardíaco, y motor del alma. Lo cierto es que para caminar como es debido, es necesario tener un estado físico aceptable y el alma dispuesta a la reflexión. Si no es así, es decir, si no se camina por gusto, sino por necesidad, el individuo deja de ser peatón para convertirse en un pelagatos sin automóvil (pecado venial en nuestra sociedad arribista), o lo que es peor, en un paria sin dinero ni para un pasaje de bus, en fin, un patirajado. Yo personalmente aplico a las tres condiciones mencionadas: peatón, pelagatos y paria patirrajado; pero las dos últimas dejaron de importarme hace más de un rato. De modo que disfruto con la primera, que me brinda el placer de caminar. El maestro Fernando González, mentor espiritual de los “Nadaistas”, se consideraba filósofo aficionado cuando emprendió su “Viaje a Pié” en compañía de Don Benjamín Correa. Sin embargo el morador de “Otraparte” fue, a mi modo de ver, un extraordinario filósofo (irreverente) de lo cotidiano que escribió piezas magistrales de pensamiento criollo. Por mi parte, yo jamás llegaré a ser ni siquiera filósofo aficionado, no faltaba más, eso sería muy pretencioso. Aun así, desde la fundación de la escuela Peripatética de Aristóteles, mucho se ha especulado sobre la íntima relación que existe entre pensar y caminar, luego no tiene sentido insistir en el asunto. Sin embargo, el hecho de caminar por la vía pública me ha enseñado a pensar filosóficamente pese a que, a diferencia del maestro González, a mi me toca esquivar los vehículos para salvar la vida mientras me cuestiono el sentido de la existencia; en tanto que él pudo gozar de un ámbito bucólico, más propicio para la reflexión, durante sus caminatas filosóficas. El peatón, en cuanto observador es, a su manera, un anacoreta contemplativo, un estilita[1] encaramado sobre el andén. He aquí que puedo desarrollar una hipótesis sobre la diferencia entre el viajero (así sea de a pie), y el peatón, desde el punto de vista metafísico: el primero es más universal y profundo, comprende lo rural y lo urbano, lo divino y lo humano. No en balde los grandes viajeros como Marco Polo lograron transmitirnos magistralmente su visión de universos desconocidos. En cambio el peatón es más pedestre, más vulgar, más llano. Su campo de acción se limita a la ciudad. Es el poeta de las situaciones que, por comunes, pasan desapercibidas. Es el cronista de los objetos modestos y de las cosas más materiales y diarias. Aprovechando estas virtudes menores, el peatón, con su pata al piso, utiliza sus caminatas para descubrir los secretos de la ciudad, y se reconoce en ella a través de sus calles, sus edificios, sus avenidas y sus barrios que evocan los recuerdos de la infancia, del amor, del pecado, de la dicha y de la tristeza. No alcanza el producto de estas reflexiones ciudadanas para escribir mamotretos filosóficos, pero tampoco se corre el riesgo de que los escritos inspirados en las divagaciones del peatón resulten condenados, bajo pecado mortal por algún obispo como le pasó al maestro Fernando González con su “Viaje a pie”. Además, el peatón siempre tiene algo que contar a sus seres queridos cuando llega al hogar y, salvo algún inesperado accidente de tránsito, o enfermedad respiratoria causada por el esmog, el ciudadano de a pié aleja de su vida al médico y al siquiatra por algunos años, lo cual conlleva enormes beneficios para el bolsillo y para el alma.

    [1] Seguidor de San Simeón el Estilita. Este santo del siglo V pasó los últimos 37 años de su vida encaramado en una columna (stilos en griego) de 17 metros de altura, dedicado a la oración y a la penitencia. Sobra decir que su comparación con mi peatón resulta claramente herética.
    Publicado por H. DARÍO GÓMEZ

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  10. El peatón es un corazón con patas. Y lo de corazón se dice en sus dos acepciones: fisiológica y lírica; esto es, músculo cardíaco, y motor del alma. Lo cierto es que para caminar como es debido, es necesario tener un estado físico aceptable y el alma dispuesta a la reflexión. Si no es así, es decir, si no se camina por gusto, sino por necesidad, el individuo deja de ser peatón para convertirse en un pelagatos sin automóvil (pecado venial en nuestra sociedad arribista), o lo que es peor, en un paria sin dinero ni para un pasaje de bus, en fin, un patirajado. Yo personalmente aplico a las tres condiciones mencionadas: peatón, pelagatos y paria patirrajado; pero las dos últimas dejaron de importarme hace más de un rato. De modo que disfruto con la primera, que me brinda el placer de caminar. El maestro Fernando González, mentor espiritual de los “Nadaistas”, se consideraba filósofo aficionado cuando emprendió su “Viaje a Pié” en compañía de Don Benjamín Correa. Sin embargo el morador de “Otraparte” fue, a mi modo de ver, un extraordinario filósofo (irreverente) de lo cotidiano que escribió piezas magistrales de pensamiento criollo. Por mi parte, yo jamás llegaré a ser ni siquiera filósofo aficionado, no faltaba más, eso sería muy pretencioso. Aun así, desde la fundación de la escuela Peripatética de Aristóteles, mucho se ha especulado sobre la íntima relación que existe entre pensar y caminar, luego no tiene sentido insistir en el asunto. Sin embargo, el hecho de caminar por la vía pública me ha enseñado a pensar filosóficamente pese a que, a diferencia del maestro González, a mi me toca esquivar los vehículos para salvar la vida mientras me cuestiono el sentido de la existencia; en tanto que él pudo gozar de un ámbito bucólico, más propicio para la reflexión, durante sus caminatas filosóficas.

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  11. DECÁLOGO DEL PEATÓN
    1-Este decálogo nunca será de forzoso cumplimiento. Prevalecerá siempre el sentido común del peatón.
    2-Nadie estará obligado a seguir nuestra causa improbable, nuestras rutas aleatorias que conducen al reino del azar.
    3-La ciudad entera es el ágora del peatón. Sus calles, semejantes a las venas de un desahuciado, son su espacio vital aunque suene paradójico.
    4-Creer firmemente en la capacidad del ciudadano de a pie para sacar sus propias conclusiones.
    5-El peatón no es tan estúpido como parece. Es capaz de encontrar caminos si sabe mirar, si escucha con atención y respeto la música olvidada de la sabiduría popular.
    6-Es posible caminar sin creer que todo está perdido, equivocado o podrido. Hay todavía muchas cosas rescatables, existen aún principios que deben ser defendidos y mantenidos, ciertas flores silvestres que no conviene cortar, tales como la decencia, la empatía y la solidaridad.
    7-Advertir a los peatones que vienen atrás sobre los escollos, sobre las trampas a flor de camino para que no se dejen engañar.
    8-El peatón deberá caminar ligero de carga. Suficiente peso lleva con su matalotaje de angustias y esperanzas.
    9-El buen humor, la sencillez y a veces el silencio, son más conmovedores y eficaces que la grandilocuencia y la circunspección.
    10-El peatón no peleará jamás contra los automóviles. Siempre saldrá perdiendo a costa de su cuerpo (frágil carrocería), aunque le asista la razón. En Bogotá no sirve de mucho tener el derecho a la vía, menos aún estando bajo las ruedas de un autobus. Por simple cuestión de supervivencia deberá prevalecer, como en el primer mandamiento, el sentido común del peatón.

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  12. Darío: Esta caminante frustrada, te agradece todo lo que tú caminas para encontrar esas cosas que dices tan bien y tan amenamente.
    Camina por mí, ya que yo me conformo con caminar imaginariamente por rutas inexploradas, que no han sido holladas por caminante alguno.
    No me creas tan sufrida, aún con mis limitaciones, apenas el año pasado fui a visitar a mi alemana familia y me llevaron a lugares muy bellos. Da gusto ver las ciudades del primer mundo, tan cuidadas, tan llenas de órden, tan seguras. No me creas malinchista, amo profundamente a mi México, pero no dejo de reconocer todo nuestros errores y carencias.
    Me encanta tu decálogo, pienso que cualquiér arrojado que piense ponerse la mochila a la espalda y emprender la marcha, debe tener esta importante guía, so pena de perder la ruta o el rumbo.
    con cariño: La tía Ku

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