Predestinado
Aquella
mujer caminaba esbozando una suave sonrisa y entonando bajito una
melodía. Llevaba las manos sobre el vientre, para proteger a su
hijo, mientras subía la montaña.
De pronto
sintió que le faltaba el aire y se detuvo a tomar aliento, limpió
su frente con un pañuelo, lo ató alrededor de su cuello y siguió
subiendo.
No sabía
,bien a bien, que la impulsaba a llegar a la cima, pero no quiso cuestionárselo pues la jornada le era agradable y la estimulaba el
olor a limpio de la hierba que iba pisando.
Finalmente
llegó a lo alto de aquella hermosa montaña, se sentó en una piedra
lisa y se dispuso a disfrutar del paisaje veraniego, que desde ahí
se veía extenso y casi infinito.
Luego, como
respondiendo a un programa determinado, se hincó y tomó entre sus
manos una porción de tierra, la enseñó al sol desde la palma de
sus manos y la tierra se fundió en su piel transmitiéndole valor.
Le dio la espalda al sol y volvió a abrir las manos; esta vez
recibió una ráfaga de viento que por poco la tira, pero permaneció
firme, sintiéndose fuerte ante la vida.
Volteó a su
derecha y una nube de lluvia se abrió llenando sus manos de agua,
ansiosa bebió de ella sintiendo que el agua la purificaba, lo mismo
que al pequeño que saltaba en su vientre.
Por último
volteó a su izquierda y un poco de hierba seca, que tenía enfrente,
fue alcanzada por un certero rayo y ardió por unos minutos. Mientras,
surgían entre sus llamas mágicos secretos que nunca pudo decifrar.
Era casi de
noche cuando regresó a su hogar.
Apenas cruzó
el umbral, comenzó a sentir los dolores de parto.
Había sido
una muy larga jornada, pero al fin tuvo entre sus brazos a su
pequeño.
Dos cosas
llamaron su atención: Sus ojos serios mirándola muy fijo y las
manos firmemente cerradas en dos puños; sintió curiosidad y trató
de abrirlas. Cuando pudo hacerlo, se llevó una gran
sorpresa: ¡De sus pequeñas manos manan infinitas letras que
resbalaban entre sus dedos!
Ella
entonces, solemnemente, anunció: ¡Serás poeta, hijo mío!
Un pequeño homenaje a Pablo Neruda: DK
Y porque no pudo ser así.
ResponderEliminarClaro Marcos, ¿por qué no?
EliminarGracias por tu visita: Doña Ku
Un gran relato para tan ilustre y fantástico poeta.
ResponderEliminarFue un gusto leerte.
Saludos.
Jorge Donato: Neruda se merece todos los homenajes que le hagan, fue un poeta fuera de serie. Mejor dicho, ES un poeta fuera de serie.
EliminarBienvenido: Doña Ku
¡Que imaginación!
ResponderEliminar¡Genial!
Besos y salud
Genín: ¿Con que brindamos, con un tequilita? No me hagas caso, yo ni tomo.
EliminarEl caso es que ¡SALUD!
Gracias: Doña Ku
Qué buena historia Dora, un genial homenaje a un genio, abrazo!
ResponderEliminarGracias María Cristina, Neruda es mi poeta preferido y me encantan sus versos, sobretodo "Los versos del capitán", son geniales.
ResponderEliminarUn abrazo también para ti: Doña Ku
Ay me ha encantado! Me recuerda la historia de Frida que hiciste hace unas semanas.
ResponderEliminarA lo mejor puedes hacer una sección en tu blog con esas ideas.
Saludos.