Amigos Adictos: Aunque este mes nos quedamos un tanto huérfanos, ya que nuestra querida amiga y administradora, Laura, cerró el foro de Adictos a la escritura, de todos modos nos animamos a publicar nuestros relatos, para no perder la costumbre de escribir mes con mes.
Este mes ganó el tema "Un secreto".
Este es el secreto que les comunico:
La Sombra en la pared
(Verano de 1928)
Ligia caminaba con lentitud bajo
el ardiente sol de las dos de la tarde. Pensaba que había sido una
locura llevar a la escuela aquellos zapatos de tacón, ya que era la
primera vez que los usaba y, lo que al principio fue una ilusión,
pronto se convirtió en tortura.
Para colmo de sus males, aún faltándole cuatro enormes cuadras para llegar a su casa, de pronto
el tacón del zapato izquierdo se hundió en un hoyo de la banqueta haciéndola trastabillar. A punto de caer alcanzó a asirse de un
barrote metálico que hacía de protector de una ventana.
Mientras se sobaba el pie y
despotricaba contra su mala suerte, escuchó un ruidito
extraño que provenía de aquella casa. La curiosidad le hizo mirar
con más detenimiento y descubrió unos deditos en la orilla del
protector de madera con que acostumbran cerrar las ventanas por las
noches la mayoría de la familias en Guanajuato.
"Que raro", pensó, "la
casa parece abandonada, pero, ¿qué hace aquí este niñito?".
Abrió un poco más la protección y se encontró con una carita
seria y llena de mocos. Sacó un pañuelo que llevaba entre sus
útiles y lo limpió.
-¿Cómo te llamas?- pregunto con
dulzura.
-Nino -contestó con un hilo de voz
y sonrió, dejando ver su escasa dentadura.
- Nino, ¿donde está tu mamá?
El bebé señaló hacia el interior con
el dedo enhiesto, Ligia siguió el señalamiento pero no vio nada, el
contraste con la luz de la calle y la negrura interna le impidió
cualquier reconocimiento. En ese momento se le resbalaron los útiles escolares y se inclinó a recogerlos.
Mientras estaba agachada, sintió que alguien cerraba con violencia la ventana y, al levantarse notó que Nino había desaparecido tras la misma.
Mientras estaba agachada, sintió que alguien cerraba con violencia la ventana y, al levantarse notó que Nino había desaparecido tras la misma.
Cuando, después de mucho batallar, logró sacar su
zapato incólume del hoyo, cayó en cuenta que aquella casa
pertenecía a su tía Ignacia.
Caminó cojeando hasta su casa.
Iba llena de preguntas para su madre.
Iba llena de preguntas para su madre.
-Mamá, ¿sabías que en casa de
tía Ignacia hay un bebé?- gritó Ligia en cuanto traspasó el umbral
de su casa.
La cara entre asustada y enojada
de su madre la sorprendió.
-¡Shits, cállate, ¿quieres que
todo mundo se entere?- le dijo, mientras se llevaba un dedo a los
labios.
-Pero mamá...
-Ningún pero, una señorita
decente, como lo eres tú, no debe enterarse de cosas que no le
incumben,¡y ya!
Ligia sabía que estas dos últimas
palabras significaban que su madre no le diría nada más.
Tuvo que quedarse con la duda... pero no por mucho tiempo. La Ciudad de Guanajuato, en aquel entonces, era como un pueblo grandote, donde tarde o temprano todo se sabía.
Tuvo que quedarse con la duda... pero no por mucho tiempo. La Ciudad de Guanajuato, en aquel entonces, era como un pueblo grandote, donde tarde o temprano todo se sabía.
Y ella supo que en la casa gris de
Ignacia Mendez se escondía un secreto.
La tía Roberta era una viuda que
había vivido enclaustrada desde la muerte de su marido. Sus dos
hijos Jorge y Rosario, tenían, a la fecha de los “terribles
acontecimientos”, 22 y 19 años respectivamente.
Pero quién mandaba en esa casa era Ignacia Mendez, la hermana mayor de Roberta. A sus cuarenta y cuatro años permanecía soltera y todo el mundo apostaba que así seguiría.
Ella era la batuta, no sólo del hogar, sino también de la escuela "Mártires de la conquista”, de la que era la directora
Pero quién mandaba en esa casa era Ignacia Mendez, la hermana mayor de Roberta. A sus cuarenta y cuatro años permanecía soltera y todo el mundo apostaba que así seguiría.
Ella era la batuta, no sólo del hogar, sino también de la escuela "Mártires de la conquista”, de la que era la directora
La familia se sostenía de la
escasa pensión que doña Roberta recibía de su difunto marido y del salario
de Ignacia, quién ejercía una férrea disciplina sobre los que
vivían bajo su techo ( había heredado la casa de sus padres por ser
la mayor).
Ligia, a pesar de que había sido educada con
bastantes restricciones, se extrañaba de la sujeción a la que era
sometida su prima Rosario, pues jamás le permitían tomar parte de
ninguna de las celebraciones que había en la familia, mucho menos de
las que se celebraban en la escuela y ni pensar en las que había en
la comunidad.
Rosario iba de la escuela a su
casa y únicamente salía los domingos a misa acompañada de su madre,
su hermano y su tía.
No obstante, la tímida y reprimida Rosario ¡había tenido un bebé!
No obstante, la tímida y reprimida Rosario ¡había tenido un bebé!
La comadrona que asistiera
el parto, después de casi dos años y, bajo los efectos del alcohol, se había ido de la lengua y, a pesar de que tanto la madre,
como el niño, habían permanecido encerrados todo ese tiempo;
finalmente todos y todas se enteraron del "pecado de Chayito". Pero, ¿cómo había sido
posible tal infracción a la ley de Ignacia?
No faltó quién terminara atando
cabos. Alguien vio como Miguel, el hijo menor de Pascual
Mendez, hermano de Roberta e Ignacia, fue sacado de su casa a mitad de
noche y enviado con rumbo desconocido, así qué nadie volvió a ver al muchacho.
Quién supiera contar y saber qué
uno más uno... son tres, se enteró de que aquel niño, a quién todos
consideraban un “terrible pecado”, sería por siempre un Mendez
Mendez, ¡que horror!.
Pronto también Rosario fue
obligada a emigrar, junto con su hijo, a la Ciudad de México.
Pasaron los años y un día,
cuando Ligia, que visitaba la capital, caminaba por
una concurrida calle del centro, vio de pronto una delgada sombra
reflejada en la pared. Cuando volteó, le pareció ver a su primo
Miguel un poco más joven de como lo recordaba, aunque tenía en el rostro un gesto
de amargura que no le conocía.
-¿Miguel?, ¡que gusto verte!
El carraspeó,- No señora, mi nombre es
Ignacio – dijo, casi con un hilo de voz.
-¡Ah, claro, Ignacio Mendez! Tú
eres Nino, el niñito que una vez vi en la ventana de la casa de tía
Ignacia o ¿me equivoco?
-Pues... creo que...¡ahora recuerdo!- por unos segundos su cara se iluminó y casi esbozó una sonrisa. Tal vez el rostro amable de Ligia le recordaba algo grato. Pero en seguida volvió a mostrar disgusto.
- No me llamo Nino y... perdone señora, pero tengo prisa- su gesto amargo se acentuó y comenzó a caminar acelerando el paso.
Ligia quedó desconcertada y con la mano extendida, mientras veía perderse entre la gente al "Secreto de la casa de Ignacia Mendez"
- No me llamo Nino y... perdone señora, pero tengo prisa- su gesto amargo se acentuó y comenzó a caminar acelerando el paso.
Ligia quedó desconcertada y con la mano extendida, mientras veía perderse entre la gente al "Secreto de la casa de Ignacia Mendez"
DK
Dora, me ha gustado mucho tu relato. Parece curioso que con el mismo tema se hagan cosas tan diferentes. Te doy mi enhorabuena.
ResponderEliminarJosé antonio: Me agrada tenerte en mi casa y mucho más que te haya gustado mi relato.
EliminarTienes razón, la diversidad de pensamientos y pensamientos, dan como resultado las diferentes historias y disfrutar con toda esa diversidad.
Cariñosamente:Doña Ku
Muy Bueno Dora.¡felicidades!
ResponderEliminarMaría José: gracias por tu opinión.
EliminarCon mi cariño: Doña Ku
Yo no participo en este tipo de cosas porque no tengo talento de escritor, pero si que me gusta leer relatos tan amenos como este.
ResponderEliminarBesos y salud
Genín: Tú escribes bastante bien, no sé porque dices que no tienes talento. Anda,¡sueltate el pelo y escribe algo que salga de tus arsenal de anécdotas!
EliminarGracias por tu presencia, para mí escencial.
Con cariño: Doña Ku
Muy bueno, me gusta la exposición y la forma en que lo cuentas, y luego el final. Me ha gustado la expresión "Mientras se sobaba el píe". Te mando un fuerte abrazo.
ResponderEliminarjldurán: De hecho no es tanto merito mío, a veces me dedico a recordar cosas que me contó mi madre, mi tía o mi abuela. Dando como resultado estos pequeños relatos.
EliminarUn abrazo para ti también: Doña Ku
Muy bien Dora, toda casa encierra algún secreto, y solo hace unos cuantos años, el embarazo por aquí llamado "de penalty", era el oprobio de la familia.
ResponderEliminarPues sí Marcos, en una época las pobres chicas tuvieron que sufrir lo suyo por expresar su sexualidad y, entonces, no se conocían las píldoras anticonceptivas, ni los condones.
EliminarGracias por comentar: Doña Ku
¿Por qué en los pueblos siempre pasan cosas tan extrañas? Es algo que nunca entenderé, pero la verdad es que tu relato me ha dejado en vilo todo el tiempo, pensando si serían fantasmas o si el niño sería de la tía estricta en realidad. no me esperaba para nada ese final.
ResponderEliminar¡Me ha gustado mucho!
osnolasaga: A mí todavía me tocó una época bastante reprimida. Mi abuela decía que las mujeres teníamos un tesoro y que si lo perdíamos,ya no teníamos ningún valor.
EliminarLo bueno es que para las siguientes generaciones han cambiado las cosas.Aunque, no me lo creas, pero en muchas familias latinas, todavía existen lo prejuicios y las represiones.
Gracias por leerme: Doña Ku
¡Hola de nuevo, querida Dora!
ResponderEliminarPrimero, muchas gracias por organizar la votación para la consigna de este mes.
Ahora bien, creo que tu relato ha estado muy bueno: el título ha quedado perfecto y la manera en que lo has abordado ha sido todo un acierto.
Por otra parte, te aconsejo revisar la acentuación: regularmente los verbos en pasado y en futuro van acentuados al final como (en tu relato) ”carraspeó” y “volteó”; y de esta manera muchos otros: carraspearé, voltearé, amé, amaré, jugué, jugaré, etc.
Pero vamos, tu desarrollo es estupendo, concuerdo en la opinión de Marcos y Osnolasaga, además, ¡me encantan los secretos familiares!
Y ya por último, te agradezco profundamente todos los comentarios que has hecho en mis anteriores relatos y que no tuve oportunidad de agradecer y corresponder.
¡Un fuerte abrazo!
Athena:Pues gracias por apoyar la continuidad de los relatos.
EliminarComo le decía a Marcos, tengo muchos recuerdos de lo que mi madre, mis tías y mi abuela me relataban. Es cuestión de recordar y organizar la trama del relato.
En cuanto a la acentuación, te diré que, sería imperdonable que a estas alturas no supiera respecto a los verbos y su conjugación, esas palabras se me fueron (de repente tengo lagunas, que ya parecen mares) ,gracias por señalarlas.
De nuevo agradezco tu apoyo: Doña Ku
Bueno, Dora, la verdad es que has dado vida a una historia tan propia de mis tías y abuelas que me has llevado de regreso a mi niñez! cuántas veces habré oído situaciones semejantes ocurridas en el pueblo donde mi madre nació!
ResponderEliminarGenial relato... triste el secreto. Pobre Nino!!!
Besotes!
Erzengel:Pues sí, son muchas las historias, la mayoría bastante negativas, que surgen de las represiones de que fueron víctimas muchas mujeres.
EliminarNino tiene una historia muy, pero muy extraña, pues, junto con su madre, son personajes de la vida real. Tal vez en otro relato cuente su historia.
Cariñosamente: Doña Ku
Me ha gustado mucho tu relato Dora, y me uno a Athena al agradecerte organizar la actividad de este mes.
ResponderEliminarMe dió la impresión al comienzo de que era un fantasma y el final me recordó un poco a esas miradas que derrepente tiene uno al encontrarse con gente en la calle y ambos saben que se conocen pero nadie dice nada...
Felicitaciones!!
Catapzia: Pues si no hubieran secundado la idea, nada se hubiese seguido haciendo, así que el mérito es de todos.
EliminarA mí me ha pasado algo bastante penoso: A veces me encuentro con personas en la calle, y recuerdo sus rostros, pero no sé quienes son,¡una tremenda verguenza me invade! Ya le contaba a Athena que mis lagunas parecen mares.
Cariños: Doña Ku
La brisa virtual me trajo hasta tu casa de letras. Po aquí, bararé mi cayuco y seguiré atento tus escritos, pues bien merecen la pena.
ResponderEliminarUn saludo.
Jorge Donato: Bienvenido a mi casa.
EliminarEspero verte en mi próximo relato.
Gracias por esta visita: Doña Ku
Creo que es el que mas me ha llegado, Dora. Transmite cada emoción y un sentimiento de "secreto" colectivo propio de las pequeñas comunidades que me ha transportado a la niñez. Un final sorprendente y triste pero que seguro han tenido que vivir muchas personas para sobrevivir...la negación de su verdadera identidad y su pasado. Sinceramente, enhorabuena.
ResponderEliminarCloe: Hay una gran mayoría que se identifican con el relato, porque pudieron haber sabido de todas esas restricciones.
EliminarDespués de todo, aúnque estamos en el siglo XXI, todavía traemos reminicencias del siglo pasado. Más yo, que ya estoy viejita.
Cariños: Doña Ku
Es un secreto triste, y cruel, es muy sentido tu relato, y muy magistral. Me gustó. ¡Un abrazo!
ResponderEliminarMaría O.D: El secreo es cruel y nos apena saber de las muchas vidas a quienes este destino les truncó el futuro.
EliminarDe paso te quiero felicitar por tu magnífico relato. Me das orgullo tenerte de compañera de letras.
Un beso: Doña Ku
Jeje buen relato, interesante el "vaivén" temporal que abarca el mismo. Y las palabras propias de algun tal Guanajuato... me gustó!! Abrazote!
ResponderEliminarJuan Andrés: Gracias por tu comentario. Guanajuato es una próspera ciudad de éste mi México querido. Se puede decir que en el pasado fue una de las ciudades más conservadoras de mi país,pero eso se acabó hace ya bastantes años.
EliminarSaludos: Doña Ku
Querida tía Ku: No en vano tu relato ha sido un éxito. Manejas el "suspense" con mucho acierto. Nuestra sociedad pacata en latinoamérica guarda muchos secretos de esa índole. Te felicito.
ResponderEliminarSi supieras Darío que este relato es de la vida real,claro, cambié los nombres e incluso el lugar de los hechos. Pero ¡que te voy a decir!, tú has de conocer muchas "manchas" así, sólo que ahora ni quién se espante.
EliminarGracias por estar siempre: La tía Ku
me ha encantado querida amiga, recuerdo historias parecidas que ya las borro el tiempo pero esta es muy buena y entretenida, saludos querida Ku
ResponderEliminarGracias amiga, imagino, porque tú y yo vivimos otros tiempos y otros prejuicios, que debes haber conocido muchas historias truculentas, donde no hubo ni preservativos, ni píldoras anticonceptivas. ¡Que le vamos a hacer!, a muchas les arruinaron la vida gratuitamente, y las que má se ensañaban, eran las madres, las tias y las abuelas.
ResponderEliminar¡Que bueno que eso cambió!
Recibe mmi cariño: Doña Ku
Me ha gustado tu relato, me ha llevado a tiempos de mi niñez donde era muy común esos casos.Te sigo. Besitos.
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