La sed
Capítulo IV
- No hermosa, yo quise apoyarte y así debe ser, no voy a estar contigo solo cuando hay buenos tiempos. Recuerda que te amo y esta es una manera de que lo sepas. Además, ya mañana me iré, aunque me duela dejarte.
La despedida fue muy triste. Cuando nos besamos sentí un hueco en el estómago y supe que pasaría mucho tiempo para volver a verlo... o tal vez nunca volvería a tener la dicha de contemplar su rostro tan amado.
Jamás podre agradecer los suficiente a mis benefactores por lo buenos que son conmigo.
Don Braulio llegó a Morelia junto con su esposa, y Cuquita se quedó conmigo en el hospital.
Gracias a su presencia, esos días amargos se me hicieron más llevaderos.
La pobre estuvo junto a nosotras casi quince días.
Fue el tiempo que necesitaron los médicos para vencer la neumonía, agravada por la anemia ( que no pudieron desterrar de su organismo). Pero gracias a Dios los antibióticos, los cuidados de los médico, de las enfermeras y los de nuestros, lograron arrancar a mi madre de la muerte.
- Adri, estoy contenta pues veo que tu mamá poco a poco recobra las fuerzas- dijo sonriente dona Cuquita - y lo mejor es que ya hoy la dan de alta.
Nos llevamos una gran sorpresa cuando, en lugar de regresar al pueblo, don Braulio nos llevó a una pequeña casa, situada en un barrio de Morelia.
-Por lo pronto es mejor que vivan en esta casa, no quiero que vaya a haber represalias de Cabrera. Mandaré a Josefina para que te ayude con los quehaceres, para que tú te dediques a atender a tu mamá.
-No es necesario que venga, yo puedo hacerlo todo sola. Ustedes la necesitan más. Ya es suficiente con lo que se han molestado por nosotras.
No me dolió tanto que se fueran los que ahora consideraba como mis padres, ya que intuía que los vería muy seguido. Además saber a mi madre a salvo y a mi lado me hacía feliz.
Mamá me narró el viacrucis que vivió al lado de Maurilio Cabrera:
"En cuanto entré a la casa del maldito ése, sentí que había caído en una trampa, pues con lujo de violencia me metieron a una habitación, donde permanecí no se cuantas horas.
El cuarto estaba oscuro y olía a humedad. Intenté sentir la pared con la punta de mis dedos, para ver si había una ventana o aunque fuese un resquicio donde pudiera atisbar hacia la calle. Estaba terriblemente preocupada por ti.
Fue inútil, no pude ver nada. Me eché a llorar, pensé en que, ¿qué sería de ti?, tan pequeña y ¡sola!Lo único que pude hacer es rezar por mi niña, por mi Adriana querida.
El cansancio me venció y me quedé dormida.
Los ladridos de los perros me despertaron. Tardé un rato en ubicar el lugar en donde estaba,¡ fue un horrible despertar! Pensé que saber a tu padre acusado injustamente y posteriormente en la cárcel, era lo peor que me había pasado, pero no, ¡esto era mil veces peor!
Casi inmediatamente, oí el sonido de unas llaves y mi corazón comenzó a latir con fuerza.
(continua)
Que cortito se me ha hecho este capítulo :))
ResponderEliminarBesos y salud
Genín: Una disculpa, pues se publicó este capítulo parcialmente.
ResponderEliminarYa lo puedes leer completo.
Gracias: Doña Ku
Vamos Dorita ! que se ha puesto muy bueno tu relato...besos
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