Carta abierta a Darío

Darío: Te saludo con cariño. Desgraciadamente no puedo ser todo lo optimista que quisiera, pues no hay buenas noticias.

El pasado 5 de marzo mis peores temores se hicieron realidad, pues me vio el oncólogo y fríamente me dijo que debo ser operada, por no decir que "mutilada".

A veces tiendo a provocar problemas por decir lo que siento, pero al ver que desde que entré, hasta el momento en que se me anunció mi inminente operación, ni el médico tratante, ni los residentes que estaban en el consultorio, se había dignado voltear a verme mientras hablaban de mi "tumor maligno". Era cómo si yo no estuviera ahí, así no pude evitar decirles: "Que bueno que no son mujeres". Entonces, sí que me vieron y el especialista me contestó "¿Por qué dice eso?". "Pues porque si fuesen mujeres y tuviesen la desgracia de tener un "tumor maligno", dejarían de ser una persona, para convertirse solamente en un tumor". Todos se pusieron rojos y el dr. se apresuró a terminar con la consulta.

No es que ame mucho mi seno derecho, pero ¡que caray! después del servicio que dio, a lo menos que podría aspirar, es a morir íntegra.

Pero de pronto me dicen que si no quiero morir en un corto plazo, debo sacrificar mi mama derecha.

Analizando la situación, no puedo decir que me siento afortunada, pero, bueno, al menos pasé la mayor parte de mi vida sin cáncer, que ya es ganancia. Pude disfrutar de mi femineidad luciendo los atributos que más me enorgullecían, pude amamantar a mis hijos y ... ya tú entiendes.

Finalmente, cuando llegó la vejez, también llegaron los achaques y los problemas de salud, pero confieso que disfruté ampliamente la mayor parte de mi existencia. Me hubiese gustado seguir pasándola bien, pero a lo mejor ya es mucho pedir.

Lo triste es ver que en la sala de espera hay algunas mujeres jóvenes con la espada de Democles sobre sus cabezas.

Cómo aquella chica hermosa, cuyos ojos tristes declaran que probablemente ya le dieron la mala nueva de que padece cáncer de seno o de matriz, ¡Ahí si que duele! No entiendes porqué suceden esas cosas, es duro poder decir que es la voluntad de Dios, pero definitivamente no me voy a poner a pelear con Él, sino a aceptar sus designios.

Tal vez pueda ayudar a paliar un poco las penas de quienes pasan por lo mismo que yo, ojalá y tenga la oportunidad de hacerlo.

Estoy triste, tengo miedo y tengo cáncer en el seno derecho. Pero lo peor sería tener cáncer en el alma, ¡ese si que sería muy difícil de curar!

Creo firmemente que Dios, mi familia, mis amigos y el poder leer y escribir todos los días de mi vida,me ayudará a pasar por este camino oscuro.

Gracias por tus cariñosos mails, tus palabras ha sido un verdadero oasis.

Me dices que estás aprendiendo de mí y no puedo entenderlo, ya que, ventajosamente, me hice tu asidua lectora y amiga, para ser como las chinches y robarte aunque sea un poco de tu sabiduría y que caminaras por mi por todos esos lugares que yo ya no puedo remontar.

Me congratulo de tener un amigo tan sensible y lleno de cariño cómo tú.

Te quiere tu mexicana tía Ku.