La Casa Azul

Cuando escribí "El trueque", a propósito del día de los muertos o los "Santos inocentes", escribí también algo a propósito de Frida Kahlo, una pintora a quién yo admiro y cuya controversial vida me impele a saber más de ella.
He aquí mi humilde homenaje:

La Casa Azul

Mis tacones resonaron en las baldosas de aquella hermosa casa pintada de azul. 
Me asombró ver que, aunque ya caía la tarde, el patio lleno de enormes macetas estaba iluminado por algo que no sólo era la luz artificial. Las flores, los árboles, las ventanas que circundaban los pasillos, toda la estructura de la residencia parecían lanzar su propia luz.
-¡Viniste!- exclamé
- Pues sí, ¿no me llamaste?-
-Claro, claro p...ero nunca esperé que mis pensamientos se concretaran- dije completamente perpleja
-Pues es tu problema. La verdad yo nunca tuve tantos reparos en aceptar lo que parecía imposible, pero tampoco pude rechazar lo que era inevitable. 
-¿De verdad eres Frida?- pregunté, un tanto incrédula
- Bueno...me llamaron Magdalena Frida Carmen, ¡imagínate, ponerme "Magdalena"!, como si mis padres hubieran querido predisponerme a ese dolor que experimenté casi toda mi vida. 
Yo creo que por eso siempre fui rebelde y establecí una relación extraña con ellos, sobretodo con mi madre, a quién pasé amando y odiando durante toda mi vida .
Hasta entonces reparé en su vestimenta: llevaba un traje sastre color gris que delineaba su armonioso cuerpo, y la corta falda mostraba gran parte de sus hermosa y bien torneadas piernas.
- Ya sé que estás pensando:"¿cómo es posible que tenga tan buen cuerpo y tan bellas piernas, si una de sus características fue que tenía una pierna más delgada que la otra?". Pues es verdad, gran parte de mi existencia vestí principalmente con trajes regionales, cuya característica es que llevan faldas largas. Ellas me ayudaban a cubrir ese defecto . Pero ahora puedo darme el lujo de lucir mis encantos sin tener que ocultar nadita de nada, ¡estar muerta tiene sus ventajas!-
-¿Puedo preguntarle algo?- movió la cabeza aprobando
- ¿Es verdad que usted era lesbiana?- casi de inmediato me arrepentí de mi audacia.
- ¡No,que va! siempre fue una argucia a la que acudí para estar cerca de los hombres que me interesaban. Por ejemplo: le hice creer a Tina Modotti que me gustaba ( ella sí que era lesbi), para conquistar a su marido, Julio Antonio Mella, que era un fotógrafo cubano interesantísimo y un amante bastante intenso.
- ¿Y Diego se enteró de ...?
- ¿Mis infidelidades? Sí, yo misma se lo decía. En el fondo de todas ellas, persistía el dolor que me proporcionaban los celos y la frustración de saber que él comenzó a serme infiel, aún antes de que yo pensara en engañarlo. El colmo fue que me engañó con Cristina, mi propia hermana. 
Tal vez yo hubiese permitido que me fuese infiel con las hermosas mujeres con quienes lo hizo, pero debido a estos engaños nuestra vida sexual se hizo casi nula, y me desesperaba ese alejamiento físico, aunque no espiritual, ya que siempre estuvimos cerca en ese plano y en de la pintura-
- Dígame, ¿sabe cuanto aportó en la vida política y social de México?-
- ¡Ay niña, yo solamente fui una muesca en la historia! Me gustaría más saber que mi ejemplo sirvió para incentivar a muchas mujeres a liberarse de esas malditas ataduras a que las sometían, no solo los hombres, sino sus propias madres y abuelas. Creo haber sido una de las primeras feministas de este país y eso sí que me enorgulle...
De pronto aquellas brillantes luces que iluminaban la casa, comenzaron a parpadear y a difuminarse,  y junto con la luz, se fue evaporando la querida silueta de Frida. Adelanté mis manos en un vano intento por detenerla, pero fue imposible. 
La oscuridad me rodeó y ni siquiera atiné a moverme. 
Un toque en mi hombro derecho me sobresaltó, cuando voltee me encontré con la cara bonachona del cuidador del museo.
-Señorita, disculpe, pero se terminó la hora de visita- 
Con mi admiración a una mujer excepcional: La gran pintora Frida Kahlo