La sed
Capítulo XII
Cuando mi madre terminó su relato, una sed abrasadora invadió mi garganta, luego inundó todo mi ser hasta sentir que me quemaba el alma.
Corrí a buscar agua y bebí y bebí con desesperación.
- Hija, eso que te pasa es "sed de justicia"- dijo mi madre, y sentí que en sus ojos aparecía la preocupación - La venganza no es buena Adri, sé que para Maurilio, "La bestia", tarde o temprano, llegará el castigo - Luego me miró largamente y sonrió.
David llegó ese sábado. Sentí que por primera vez podía disfrutar de la alegría del amor, ya que ésta no estaba ensombrecida por el secuestro de mi madre.
Ellos simpatizaron de inmediato. Pronto los vi platicando como si fuesen dos viejos amigos.
- Quiero que sepa, Genara, qué, respaldado por documentos, escritos y muchos testimonios, he levantado denuncias en contra de Maurilio Cabrera. Pero es casi intocable, ya que está respaldado por Quirino Hernandez, el gobernador de este Estado.
- Sí, lo sé, entre los dos tienen el control de la droga y, al parecer también de la prostitución, según me contó una de las hijas de la cocinera.
- ¡Cuanta podredumbre!- exclamé asqueada.
Nunca me imaginé que pudiera ser tan feliz, pues a la alegría de tener a mi madre conmigo se sumaron las vacaciones de Miranda.
- ¡Hermanita, cuantas ganas tenía de verte!- exclamó Miranda mientras nos abrazábamos - ya supe que tu mamá pudo liberarse del monstruo ese. Nada me dio más gusto, que saber esta noticia. Pero les tengo una sorpresa - esbozó la sonrisa pícara que tanto extrañaba.
- ¿Qué sorpresa?, ¡dímela!
- Todavía no, se los diré cuando estemos todos juntos.
Esa noche doña Cuquita nos hizo una deliciosa cena, aunque algo improvisada porque tuvo que guisar en la pequeña cocina de la casa que habitábamos mamá y yo.
Cuando sirvieron el postre Miranda se levantó con su copa en la mano y dijo:
- Queridos todos, debo decirles que este año, modestia aparte, tuve el mejor promedio de toda la clase, y... ¡me dieron una beca de tres meses, para ir a Québec a estudiar inglés!
-¡Ay hija, yo pensé que pasaría tus vacaciones con nosotros! Pero...eso de que te vayas tan lejos, ¿por qué hasta Canadá?- reclamó Cuquita, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.
- No llores mamita, esta es una buena oportunidad para mi, cualquiera de mis compañeros la hubiera querido.
- Sí, claro. No hagas caso de tu madre, yo estoy feliz de ver como poco a poco te conviertes en una mujer útil y llena de conocimientos. Ve y conquista otros horizontes, eso es lo que quieres y eso es lo que debes hacer - afirmó don Braulio, Yo sabía que en el fondo él también hubiese querido tener a su hija en casa, pero la voz de la razón dominó el amor que sentía por Miranda.
Mi corazón se alegró por mi amiga, era una chica estupenda que todo lo merecía. Pero en el fondo sentí pena por mí, ¿que estaba haciendo de mi vida?, ¿acaso no merecía estudiar una carrera y ser una profesionista? "Olvídalo Adriana", me dije, "
- ¡Tú sabes que tienes una misión que cumplir! "
El tiempo pasó muy rápido, Miranda tenía que ir a hacer los trámites de su viaje, y David regresaría a presentar su tesis, único requisito para que fuera un profesionista con todas las de la ley.
Miranda se despidió de nosotras:
- Me duele mucho irme, pero sabiéndote dichosa, con tu madre a salvo y con un hombre como David, me duele menos dejarte, amiga, hermana mía- Sabía que a ella También le hubiera gustado verme estudiando medicina veterinaria, como era mi deseo, pero ni siquiera lo mencionó, sabiendo que necesitaba estar cerca de mamá.
Fuimos a dejarla a la casa de sus padres, en la camioneta de David.
Al regreso, mientras David me hacía plática, yo miraba el oscuro camino.
En un momento dado me solté llorando.
Lloraba por la ausencia de Miranda, por no tener una vida llena de éxito como ella, por tantas injusticias... por... ya no sabía ni por qué, se había roto el dique de mis emociones.
David detuvo la camioneta a un lado del camino y me abrazó.
-¿Que pasa mi amor?, no sabes cómo me duele saberte tan triste, pero si de algo sirve, te diré que me tienes rendido de amor y que trataré de borrar de tu vida todo este dolor que ahora te abruma.
No supimos ni cómo, pero de pronto nos estábamos entregando a la pasión. Nuestros cuerpos se fundieron en una llama y me sentí transportada a un paraíso que nunca imaginé que existiera.
Cuando recobramos la cordura, David se me quedó viendo, en su cara había preocupación.
- ¡Perdóname Adriana! No quise...
Puse un dedo en sus labios y sonreí.
- ¡Tú si que tienes una fórmula efectiva para quitarle la tristeza a una chica!- dije con picardía. Su rostro enrojeció- No tengas pena, lo que sucedió fue algo que no pudimos detener, los dos nos dejamos llevar y... la verdad no me arrepiento.
- Nos casare...- lo volví a callar
- No, ¡no me salgas con esas cosas! Las promesas de matrimonio me parecen cursis, nos amamos y ¡ya!
David se despidió de nosotras dos días después.
- Amor, esta vez la separación será corta, te prometo que en cuanto termine mi tesis regresaré- el beso que nos dimos, nunca supe porqué me dolió.
Esa misma noche, mamá tuvo una recaída.
Don Braulio contrató un servicio especial, que incluía un helicóptero, para trasladar a mi madre a la capital.
(continua)
DK
Un par de cositas por si te apetece corregir, la sed abrasa, la mamá la abraza.
ResponderEliminarEn Quebec se habla francés, para aprender ingles mejor Toronto en Ontario, allí me fui yo hace ya muchos años :))
Besos y salud
Dorita , acá sigo , esperando la próxima...abracito
ResponderEliminarLa venganza es mala consejera. Ojalá Adriana siga los buenos consejos. Quedo expectante del final. Un abrazo abrasador, tía.
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