UN AÑO DE BENDICIONES

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PARA TODOS

domingo, 20 de octubre de 2013

La sed XIII

 

La sed

Capítulo XIII

 

Nuevamente tuve el apoyo incondicional de las dos personas más buenas de este mundo.
Tanto don Braulio, como su amada esposa, estuvieron conmigo en el amargo trance de la agonía de mamá.
Ella nunca se repuso, su cuerpo estaba desprovisto de defensas y... finalmente sucumbió.
Don Braulio hizo los trámites necesarios para llevar el cuerpo de mi madre hasta San José de García.
Yo quería que mi madre descansara junto a los restos de mi padre, que también, gracias a don Braulio, se pudieron rescatar y sepultar dignamente.
Muy pocos estuvimos en el entierro, pues no queríamos llamar la atención. Solamente mis benefactores, David ( que llegó expresamente al funeral y se regresó inmediatamente), las dos mujeres del servicio y yo, le dijimos adiós a mi madre.

- Hija, tú sabes cuanto te queremos y cuanto apreciamos tu presencia en casa, pero nos duele verte sumida en tan grande depresión. ¿Por qué no consideras la posibilidad de ir al Morelia a seguir con tus estudios?- me sugirió don Braulio.
- Ya he abusado bastante de su bondad, no quiero ser otra carga económica para ustedes, sé que la carrera que anhelo estudiar es cara y ...
- Adriana - Me interrumpió don Braulio- tú sabes que puedo pagar tus estudios, no te lo propondría si así no fuera.
- Gracias, gracias, no sabe cuanto aprecio su propuesta. Déjeme ver los planes de estudio y... ya veremos -contesté ocultando mis ojos a su mirada.

Era sábado, sabía que había fiesta en el zócalo, se inauguraba la renovación de la plaza y se anunciaba la presencia del gobernador del estado y del presidente municipal.

Gudelia, una de las hijas de Nati, me platicó las novedades:
-Llegó el pagresito de Patzcuaro a la finca de "Los jinetes". Naiden sabe que pasó, pero al rato salió bien encanijado, llevando a su hija del brazo, ¡iba toditita golpiada!
La subió a su camioneta y ¡si te vi ni mi acuerdo!
"Eso quiere decir que está solo". pensé.

Me puse un vestido algo atrevido, me maquillé lo mejor que pude y salí rumbo al zócalo.
La explanada brillaba de nueva. Levantaron las losas antiguas y las sustituyeron por adoquines, plantaron flores alrededor de la plaza y construyeron una plataforma de cemento con su respectivo techo.
Lo más sobresaliente era una fuente saltarina que lanzaba agua hacia el cielo.
Escuché a una mujer que estaba a mi lado
- Tobías, ¡salti dil'agua, si vienen los polis ti dispellejan!- reconvino al qué pensé que era su hijo - al probecito se le antoja la'gua. Estos rejijos nos refriegan en la cara qui ellos sí pueden tirar la'gua, onque la indiada no tenga ni pa´tomar.

De pronto frenaron algunos camiones de redilas a un costado de la plaza. De ellos bajaron los que parecían gente de campo.
Había hombres armados que también habían descendido de los vehículos y que distribuían por todo el lugar a los recién llegados.
-  ¡Caminen, no se queden ahí pasmados, bola de pen...! Y empujaban o jalaban a los que no obedecían sus órdenes.
La misma mujer que había sacado a su hijo de la fuente, dijo por lo bajo:
- Ya lligó la borregada, mijor nos vamos - y discretamente comenzó a llamar a sus hijos.
- ¿Donde vas, india ladina?, tú te quedas aquí, junto con tus chamacos - le reconvino uno de los que llevaban rifles.
La mujer hizo un gesto obsceno, pero permaneció en la explanada, junto con sus hijos .
Finalmente llegó Maurilio Cabrera y tras él caminaba el gobernador y algunos de sus incondicionales, junto con sus guardias de seguridad.
Los hombres armados animaron a los concurrentes (que habían sido forzados a ir) para que aplaudieran al paso de ellos, no obstante el aplauso era frío y los rostros no denotaban alegría alguna ante su presencia.

Subieron a la recién construida plataforma y el gobernador se puso frente al atril y comenzó su aburrido discurso.
Cuando terminó el aplauso fue igual de desangelado.
El turno fue para Maurilio y el aburrimiento llegó a su máximo nivel. Algunos de los concurrentes se estaban durmiendo, pues el sol caía a plomo y en mi reloj el termómetro marcaba treinta y ocho grados a la sombra.
El "...he dicho " fue acogido con un suspiro de alivio de casi todos, pero la ovación sonó escasa... Entonces yo me abrí paso entre las personas y llegué al frente, tuve que hacer un esfuerzo pues mis piernas se negaban a caminar. Voltee hacia el público y dije: "Vamos, aplaudan con entusiasmo, debemos reconocer la labor altruista tanto de nuestro presidente municipal, como del señor gobernador, por hacer de nuestra plaza central algo digno de verse, la verdad quedó preciosa y todos nosotros, los habitantes de San José de García, podemos estar orgullosos de que nos visiten de otros lugares y vean nuestra hermosa plaza"
En seguida junté mis manos y aplaudí lo más fuerte que pude, la gente me secundó con más entusiasmo del que anteriormente había mostrado.
Haciendo un gran esfuerzo hice una cara sonriente a ese par de granujas.
- ¿A quién debemos tan bello homenaje?- me preguntó Quirino Hernandez - pero suba, suba, queremos conocerla - dijo, mientras indicaba a uno de sus hombres que me ayudara a subir a la plataforma.
Al estar junto a ellos sentí que se me revolvía el estómago, pero pude disimular mi malestar.
- Me llamo Adriana Gonzales, para servirles - mentalmente pedí perdón a don Braulio por tomar su apellido.
Vi las caras de lobos hambrientos de los dos, pero yo solo estaba interesada en uno de ellos. 
Tuve un buen resultado, Maurilio deslizó una tarjeta en uno de los bolsos de mi vestido y sentí que el roce de su mano dejaba una estela quemante a su paso.
Regresé a casa sientiéndome mal, tanto que ni las jarras de agua que tomé me hicieron sentir aliviada.
Por la noche tenía una fiebre muy alta. Doña Cuquita, alarmada, llamó al doctor. Yo sabía que era el resultado de haber estado cerca de la maldad, pero ya no había vuelta atrás, estaba resuelta a vengar a mis padres, a Bulmaro y a muchas otra víctimas de "La bestia".

DK
(continúa)





 

2 comentarios:

  1. Esto atrapa cada dia mas Dorita , aquí espero la siguiente entrada ...abracito

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  2. Querida Dora, una perfecta muestra del tiempo que no venía a visitarte es encontrarme con un capítulo XIII y quedar perdido en la historia, lo leí, pero me parece justo que comience desde el I, así que hasta allá voy a iniciar esta aventura.
    Te dejo un enorme beso y mi agradecimiento eterno por ser una de las que siempre están.
    HD

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