Decidí quedarme

Cada vez que visito a mi familia en Alemania, vivo un periodo de gran felicidad, pues comparto con ellos hermosas vivencias. Pero.......¡Ay, el regreso, cómo duele!

Esta mañana amanecí muy triste, se me hacía bastante difícil decirles adiós.

Es por eso que elegí quedarme, pues si, ¡me quedo!, deseo estar siempre entre ustedes.

De manera que quiero que me perciban , que sepan que no me he ido. Estoy en la mirada de Jessy, en la sonrisa de Daniel y aunque no lo parezca, también persisto en el lenguaje (para mi incomprensible) de Manuelito.

Estoy en los ruidos de la naturaleza que los rodea, en las risas y las conversaciones hispano alemanas de la casa. En las noches de dulce intimidad frente al televisor, mientras veo complacida que aún se quieren Fredy y tú.

En las mañanas, cuando suena la alarma de ese gallo desnutrido que canta "guten morgen"y despierta a mi niña, para que se levante y vaya a la escuela.

En el café que degustamos después las dos solas, saboreando los chismitos o recordando cosas del pasado.

Estoy también dentro del auto, mientras recorremos algunos kilómetros de ese paisaje que por un milagro me tocó conocer y que nunca me canso de mirar.

No me voy, definitivamente me niego a dejarlos, esa parte de mi, que son ustedes, esta parte de ustedes, que soy yo, es indivisible. Dios nos ha atado con lazos mucho más fuertes que la de la simple presencia física. Siempre lo he sentido así, pero necesitaba decírtelo, decírselos. Decirles que adonde yo vaya irán ustedes conmigo, haciendo mi vida más llevadera, y donde ustedes estén, estaré yo, bendiciéndolos siempre, porque el saberlos conmigo me hace fuerte.

Gracias por ser, por estar, por demostrar que son valiosos y que tienen un hermoso corazón.

Los quiere mucho su Tita.

Doña Ku